martes, 23 de junio de 2015

Doña María: Una lustrabotas con gran coraje

La vida muchas veces nos da golpes muy fuertes, pero el saber levantarnos y continuar luchando es donde radica nuestra valentía. Esta esta historia te a hacer reír o te va a hacer llorar, porque esta historia es de la vida real.

Foto: Ricardo Ramos

En el cruce las avenidas Caminos del Inca con Tomas Marzano en el Distrito de Santiago de Surco, se encuentra María Julia Vilca Castillo, una mujer de 41 años de edad, que trabaja como lustrabotas de lunes a sábado de siete de la mañana hasta las cinco de la tarde y ya lleva trabajado así durante diez años.
“Este es un trabajo un tanto tranquilo. Durante los años que llevo trabajando no he tenido problemas, mientras los clientes queden a gusto no tiene por qué quejarse, y yo procuro eso”. A pesar que mayormente son varones lo que se dedican a este trabajo doña María no se siente más ni menos, como ella misma dice: todo trabajo es bueno.
Foto: Gianfranco Loayza
Ella nació en Cajamarca, vivió allí hasta los veinte años, edad en la que se casó y tuvo a su primer hijo Carlos, cinco años tuvo a una hija llamada Noemí. Actualmente Carlos estudia Mecánica Automotriz en un Instituto, su hermana aún está en el colegio. Y ellos son la razón por la cual doña María se levanta todos los días para trabajar, ya que su esposo falleció ya hace varios años.

“Yo trabajo con mucho esfuerzo para darle a mis hijos el futuro que yo no pude tener”. Doña María solo estudió hasta tercero de secundaria, en su hogar había mucha carencia por eso decidió trabajar en lo que encuentre desde muy pequeña. “Hasta que me enamoré de mi esposo, él vivía aquí en Lima, por eso cuando nos casamos él me trajo”.
El golpe más fuerte que le toco vivir fue la muerte de su esposo, ella estaba cocinando en su casa cuando recibió la noticia que su esposo había sido atropellado y estaba siendo trasladado a un hospital. Allí solo sobreviviría dos días.
Al verse sola empezó a trabajar subiendo a micros a vender golosinas mientras sus hijos estaban en el colegio. Poco a poco fue recuperándose de su perdida y acostumbrándose a su nuevo ritmo de vida, el trabajo de lustrabotas se le presentaría un día, cuando un vecino de ella que era lustrabotas que quiso venderle su estante con todos los utensilios, porque uno de sus hijos lo iba a llevar a vivir a la sierra. Ella en ese momento no le dio una respuesta. Después de pensarlo bien acepto, ya que así no tendría que ir de micro en micro a vender todos los días, ya iba a estar en un lugar fijo. Su amigo le enseño como debía trabajar y en donde conseguir a mejor precio todos los materiales.

Y así es como inició su aventura como lustrabotas. “No sé dentro pronto deje este trabajo, pero mientras tenga este sustento voy a dar lo mejor de mí, porque así es como he estado sacando adelante a mi familia”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario